He deseado escribir esta columna con motivo del desfile de la
diversidad sexual celebrado en la ciudad de Guatemala el pasado
veintinueve de junio de dos mil trece. Y por tal razón, he querido
nominar como un enigma a esta inclinación sexual debido a la diversidad
de factores que la envuelven, en tantos ámbitos de la vida en sociedad.
Siendo así, en lo relativo a la dimensión enigmática de la
homosexualidad, es necesario resaltar la definición de enigma, el cual,
de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, es un “dicho
o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que
sea difícil entenderlo o interpretarlo”; o también un “dicho o cosa que
no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o
interpretarse”. Así, querido lector, es la homosexualidad. Y digo esto
para poner en contexto a la persona que lea esta columna de opinión,
puesto que alrededor de las diversas inclinaciones sexuales existen una
serie de factores sociales y opiniones que las colocan dentro de una
complejidad tan grande que las encuadran como realidades difíciles de
entender o interpretarse. Por lo que manejar una opinión de rechazo
hacia las mismas solamente compromete la propia inteligencia y demuestra
la pequeñez de nuestro pensamiento como humanidad, que solamente acepta
como verdad las creencias que la sociedad le ha impuesto, sin conocer
más, sin estudiar más, sin investigar más, sin aprender más allá de lo
que nuestra mente pequeña cree que es verdad o considera que Dios así lo
quiere.
Por ende, muchas personas generan la opinión, profundamente
conservadora, de la inmoralidad religiosa de la homosexualidad,
interpretando las sagradas escrituras a su antojo, citando textos de la
biblia para sustentar el rechazo de Dios hacia este estilo de vida.
Algunas personas refieren: “no te acostarás con varón como los que se
acuestan con mujer; es una
abominación” (Levítico 18:22),
interpretando literalmente las escrituras olvidando que este libro dice
lo mismo de comer mariscos, de mezclar telas diferentes, de sembrar
distintos tipos de granos en un campo, de los leprosos o de los
alimentos podridos. Para sustentarlo cito textualmente a continuación:
“Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en los mares y en los
ríos, entre todo lo que se mueve en las aguas y entre todas las
criaturas vivientes que están en el agua os serán una
abominación. Os serán
abominación, no comeréis de su carne y
abominaréis
sus cadáveres” (Levítico 11:10-11); “Cuando ofrezcáis sacrificio de
ofrendas de paz al Señor, ofrecedlo de tal manera que seáis aceptos.
Será comido el mismo día que lo ofrezcáis y al día siguiente, pero lo
que quede al tercer día será quemado en el fuego. Y si se come algo de
él en el tercer día, es una
abominación, no será acepto” (Lev.
19:5-7). De la misma forma, el libro continúa: “Mis estatutos
guardaréis. No ayuntarás dos clases distintas de tu ganado; no sembrarás
tu campo con dos clases de semilla, ni te pondrás un vestido con mezcla
de dos clases de material” (Lev. 19:19); “En cuanto al leproso que
tenga la infección, sus vestidos estarán rasgados, el cabello de su
cabeza estará descubierto, se cubrirá el bozo y gritará:
¡inmundo, inmundo! Permanecerá
inmundo todos los días que tenga la infección; es
inmundo. Vivirá solo; su morada estará fuera del campamento” (Lev. 13:45-46).
Si se estudia detalladamente este libro, se entiende que el texto
intentó explicar las situaciones que a la vista de la cultura hebrea de
la época; patriarcal, machista y heterosexista; eran consideradas como
sucias, utilizando palabras como inmundicia o abominación. Sin embargo,
hoy día nadie interpreta literalmente ninguna de las otras cuestiones,
aparte de la homosexualidad, calificadas de abominación dentro de la
sagrada escritura, ¿o alguien considera que comer mariscos es una
abominación, o alguno piensa que los alimentos podridos son una
abominación?
Pero esto se sigue poniendo bueno amable lector, note usted lo
siguiente: “Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con
mujer, los dos han cometido abominación,
ciertamente han de morir.
Su culpa de sangre sea sobre ellos” (Lev. 20:13); esta afirmación es
utilizada por los fanáticos y radicales religiosos para sustentar la ira
y el castigo de Dios hacia la vida homosexual, pero cómo explican ellos
que en el mismo capítulo del levítico diga lo siguiente, es decir,
acaso esta parte también la interpretan literalmente: “Todo aquel que
maldiga a su padre o a su madre,
ciertamente se le dará muerte
(…) su culpa de sangre sea sobre él” (Lev. 20:9); también esta: “Si un
hombre comete adulterio con la mujer de otro hombre, (…) el adúltero y
la adúltera
ciertamente han de morir” (Lev. 20:10), o esta: “Si
alguno se acuesta con mujer menstruosa y descubre su desnudez, ha
descubierto su flujo, y ella ha puesto al descubierto el flujo de su
sangre; por tanto, ambos serán
cortados de entre su pueblo” (Lev.
20:18). No creo que ninguno de los líderes religiosos que defienden,
según ellos muy fundamentados, que la homosexualidad es cosa abominable a
los ojos de Dios interprete hoy día literalmente los textos
anteriormente citados, calificados también como imperdonables y
abominables para Dios. Hermanos, amigos y compatriotas, no debemos
interpretar la biblia literalmente, porque la misma fue escrita e
interpretada por hombres comunes y muchas de esas palabras e
interpretaciones eran reflejo de la época en la que vivían, es decir,
eran la materialización escrita de su contexto sociocultural, el cual en
su mayoría fue, y lo repito, de naturaleza machista, patriarcal y
heterosexista. Cuando alguien se le acerque con fundamentos bíblicos
acerca de la homosexualidad cuestiónele acerca de los textos que he
citado con anterioridad y pregúntele: “¿esto también lo interpretamos de
forma literal?” Se quedará sin palabras, puesto que esta persona no se
ha detenido a estudiar los factores antropológicos que caracterizaban a
la cultura y a la sociedad hebrea de dicha época.
No podemos decir que la homosexualidad es condenable, que Dios no
acepta una vida homosexual, mucho menos fundamentándonos en textos de la
biblia cuando sabemos bien que Jesucristo mismo vino a cambiar tantas
prácticas religiosas de los judíos que, según ellos, se consideraban
correctas porque estaban escritas en “la ley”. Observamos, entonces, que
Jesús rompe estas tradiciones religiosas: él enseñaba en la sinagoga y
sanaba enfermos durante el sábado, cuando era prohibido trabajar durante
dicho día; también denunció la inmoralidad de la lapidación de las
mujeres, rompiendo con lo que el libro Deuteronomio, en su capítulo
veintidós, versículo veintiuno, dice: “entonces llevarán a la joven a la
puerta de la casa de su padre, y los hombres de la ciudad la apedrearán
hasta que muera, porque ella ha cometido una infamia en Israel
prostituyéndose en la casa de su padre; así quitarás el mal de en medio
de ti”. Jesucristo cambia totalmente esta tradición cuando a él se
acercaron unos escribas y fariseos y preguntándole dijeron: “Maestro
esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la
ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres: ¿tú, pues, qué
dices?”. Jesús les contestó: “el que de vosotros esté sin pecado, sea el
primero en tirarle una piedra”; los escribas y fariseos se fueron
dejando solos al Señor y a la mujer, entonces Jesús le dijo: “mujer,
¿dónde están ellos, ninguno te ha condenado?, ella le contestó: “ninguno
Señor”. Jesucristo le dijo: “
yo tampoco te condeno, vete, desde
ahora no peques más” (Juan, 8:2-11). Si Jesús mismo vino a romper tantas
tradiciones religiosas arcaicas que no contaban con la voluntad de
Dios, ¿por qué, entonces, nosotros, en pleno siglo veintiuno, seguimos
practicándolas?, cuando bien sabemos que nuestro Señor Jesucristo cambió
radicalmente todas estas costumbres y creencias falsas.
Él mismo dijo: “¡ay de vosotros, fariseos!, porque pagáis el diezmo
de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasáis
por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debíais
haber practicado sin descuidar lo otro” (Lucas 11:42). Si Jesucristo
condenó las prácticas de los fariseos, sustentadas en los textos del
antiguo testamento, ¿por qué nosotros seguimos legitimándolas? Además,
Jesús también dijo: “
Sed misericordiosos, así como vuestro padre es misericordioso.
No juzguéis y no seréis juzgados;
no condenéis y no seréis condenados;
perdonad
y seréis perdonados” (Lucas 6: 36-37); entonces, vuelvo a preguntar:
¿por qué tantos creyentes siguen condenando a los homosexuales y a la
vida homosexual, haciéndoles creer que su futuro está dicho, que la
condenación y el fuego eterno les espera?, cuando Jesús ordenó: “no
condenéis”.
Nuestro Señor lo mencionó tantas veces, “les doy un mandamiento nuevo:
que se amen unos a otros,
como yo los amo también ustedes ámense unos a otros. En esto conocerán
todos que son discípulos míos, en que se tienen amor entre ustedes”
(Juan 13: 34-35). Entonces, por qué en este país seguimos, después de
miles de años, generando opiniones odiosas y homofóbicas hacia las
personas que integran la comunidad LGTBi; por qué estos líderes, o más
bien fundamentalistas religiosos, alardean de ser verdaderos cristianos,
cuando en realidad lo único que entrañan es falsedad entre sus labios,
ocasionando que muchos jóvenes de la diversidad sexual se alejen de Dios
y de su fe haciéndonos quedar mal, porque así es, a todos los demás
cristianos que nada tenemos que ver en sus razonamientos inmaduros,
vulgares y tontos.
Y así es, y lo digo con propiedad, estas personas lo único que están
causando con sus manifestaciones y mensajes homofóbicos supuestamente
cristianos, es que miles de jóvenes gays, lesbianas, bisexuales, trans o
intersexuales se alejen de Dios y de su divina misericordia. Están
causando que estas personas crean que Dios no los ama, que Dios los
aborrece por la vida que llevan y que Dios los condena al infierno; y
¿qué están ganando estos fanáticos religiosos?, no que muchos regresen
al camino correcto, sino más bien que muchos se entreguen a Satanás
viviendo una vida desenfrenada porque Dios, aparentemente, no los acepta
y los aborrece; y por tanto, no quieren saber nada de Dios. Se están
dando cuenta, acaso, líderes radicales y fundamentalistas religiosos,
que lo único que están causando es que miles de jóvenes se condenen a
una vida desgraciada y alejada completamente de Jesucristo por
abordarlos con un mensaje de condenación en vez de ir hacia ellos con un
mensaje de amor; porque, déjenme decirles, que Dios los ama, no los
condena, y lo digo con mucha propiedad.
No hermano, y ahora quiero hablarte a ti, hermano gay o hermana
lesbiana, bisexual, trans (travesti, transgénero o transexual) o
intersexual,
DIOS TE AMA. Su amor es más grande que cualquier
precepto humano, él te ama y acepta el amor entre dos personas, no
importando si es heterosexual u homosexual, porque la sexualidad es un
don que viene de Dios y debe celebrarse dignamente, él ama tu identidad,
si decides ser hombre o mujer, porque al final de cuentas no se trata
de quien eres sino de cuánto amas y haces el bien. Él bendice el amor
entre dos personas, porque él mismo es el amor, y donde hay amor está
Dios. Es verdad, todo lo que sea lujuria, es decir, las relaciones
sexuales desenfrenadas sólo por placer, es incorrecto y pecaminoso, pero
el amor puro y verdadero entre dos hombres o entre dos mujeres, que se
respetan, que se son fieles y que su vida es plenamente feliz porque se
complementan mutuamente y vivir la experiencia de este amor les permite
ir al mundo y amar al prójimo, especialmente al más necesitado y pobre
de entre nosotros, entonces este amor es bendito ante los ojos de Dios.
No confundamos, la lujuria es pecado, no el amor.
Así que si eres un joven gay, una joven lesbiana, un muchacho o
muchacha bisexual, una mujer u hombre trans, o un ser humano
intersexual, no tengas miedo, como lo afirmó Juan Pablo II, más bien:
“abre de par en par las puertas a Cristo”. Dios te ama, te bendice desde
el cielo cada día que te levantas, te apoya y está de acuerdo con que
tengas y vivas la identidad o inclinación que tengas, él está de tu
lado, amándote como eres, aceptándote como eres. No dejes que las
interpretaciones fanáticas te turben o alejen de Dios, porque esa es la
estrategia del demonio: venderte ideas falsas para que renuncies a una
vida de fe, por eso no les creas a los líderes religiosos
fundamentalistas, que se disfrazan de ovejas pero en realidad son lobos
feroces generando declaraciones completamente incorrectas acerca de
Dios. Recuerda siempre, que el amor de Dios es más grande que todo lo
existente, que su compasión es magnánima y que él te medirá en el cielo
por cuanto bien hayas hecho a los demás, no por tu inclinación sexual o
tu identidad; y que, si algún día decides amar y vivir al lado de otro
ser de tu mismo género, él estará en medio de ustedes bendiciendo ese
amor y llenándolo de alegría y felicidad, si tú lo dejas.
Ánimo comunidad LGTBi de Guatemala, Dios ama y acepta tener la
inclinación sexual que se tenga, así como vivir de esa manera, que
continúe la lucha por el reconocimiento los derechos humanos y de la
igualdad entre los hijos e hijas de Dios, que Dios acompaña y bendice
este caminar desde el cielo y desde nuestros corazones, porque es ahí
donde él mora, en nuestros corazones.
“Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados (…).
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos
serán saciados (…). Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos
recibirán misericordia (…). Bienaventurados los que trabajan por la paz,
pues ellos serán llamados hijos de Dios (…).
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:4-10).
[1]