Ese entorno no ha permitido poner con firmeza en la mesa de discusión, otros tópicos igual de relevantes, como la igualdad de derechos ante heterosexuales a través del reconocimiento legal de la identidad (trans) o la unión de personas del mismo sexo. Porque si bien, el matrimonio igualitario ha alcanzado reconocimiento en al menos diez países del mundo y en otros lugares se han desarrollado la figura alterna de la unión civil, la discusión no ha sido siquiera tratada con seriedad en muchos países[1]. En Centroamérica el tema ha sido debatido medianamente en Costa Rica y El Salvador con resultados infructuosos[2].
En Guatemala, a través de una encuesta en 2010, se reconoció que tan solo el 12% de la sociedad guatemalteca se muestra favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo[3]. Se ilustra lo anterior por medio de los diversos comentarios expresados a propósito de un artículo de prensa de Oppenheimer el 25 de agosto de 2010 con respecto a la aprobación del matrimonio en diversas partes del mundo. La mayoría de los cuarenta y cuatro comentarios vertidos señalaban mediante citas bíblicas y comentarios homofóbicos, su rechazo a tales uniones[4].
El tema causo revuelo en 2007 cuando la Organización de Apoyo a una Sexualidad Integral frente al Sida, OASIS, dio a conocer a los medios de comunicación que dos hombres homosexuales contraerían matrimonio con la bendición de un cura católico en octubre de aquel año[5], lo que origino una investigación a lo interno de dicha iglesia[6]. La periodista Carolina Sarti cuestionó entonces: ¿Será porque los argumentos contra el matrimonio gay son generalmente oscuros dogmas y prejuicios de siglos que no se sostienen sobre análisis racionales? Por lo tanto, se caen al escarbar debajo de la superficie.[7]
Y es que en el país, han sido otros actores sociales, principalmente eclesiásticos y opositores, quienes han promovido el tema. La discusión de la ley de matrimonio igualitario en España durante 2005, motivo a las iglesias a promover una campaña de recolección de cincuenta mil firmas llevadas al Congreso de la República para buscar la aprobación de una “Iniciativa de Ley de Protección Integral del Matrimonio y la Familia”[8].
En esa ocasión Alfred Kalschmit señalaba: “Y que me perdonen los movimientos gay del mundo que están cabildeando mundialmente por sus derechos. Creo que tienen todo el derecho de practicar sus preferencias sexuales, más no de convertirlo en matrimonio. Mucho menos de tener el derecho a la adopción. Escribo esto ha propósito de la ley de ratificación del matrimonio y la familia, que se está discutiendo en el Congreso. Es importante que se apruebe esa ratificación”[9]
En contraposición, Haroldo Shtemul señaló sobre supuestas iniciativas favorables al matrimonio igualitario en ese entonces: “John del Santo, presidente de la Asociación de Ministros Evangélicos de Guatemala, indicó: Desaprobamos todo intento de legalizar el matrimonio entre homosexuales, ya que es antiético, inmoral y contra todo principio religioso. También la Iglesia Católica expresó su rechazo a esa imaginaria iniciativa de ley. El obispo Rodolfo Mendoza dijo: El matrimonio entre hombre y mujer es una institución divina, es un sacramento que el hombre no puede cambiar”. Ambos sectores cerraron filas para evitar que en Guatemala pueda reconocerse ese derecho. Obviamente, en esa construcción social de la familia, la homosexualidad es concebida como un pecado, un defecto, una enfermedad. Y yo me pregunto, si el matrimonio es una institución divina, ¿por qué los sacerdotes no se casan?[10]
Y Luis Figueroa completa: “De esa cuenta, el matrimonio decimonónico reservado únicamente para parejas heterosexuales en el marco de culturas propias de sociedades cerradas, puede perfectamente pasar a ser el matrimonio moderno, como contrato de convivencia y de respeto mutuo entre individuos, en el marco de culturas propias de sociedades abiertas. Ni al servicio de la iglesia, ni al servicio del Estado; sino que al servicio de aquellos que, en ejercicio de sus derechos como personas humanas, asuman el compromiso”[11].
El tema también ha sido ridiculizado hasta por los medios sociales que han hecho referencia directa al matrimonio igualitario en Guatemala como mecanismo de burla. El Periódico a través de artículo del 28 de diciembre de 2009, día de los inocentes, planteó un artículo en broma, que señalaba la inevitable aprobación de matrimonios por parte del entonces presidente de la República Álvaro Colom, señalando inclusive, supuestas reuniones con representantes del movimiento LGBT guatemalteco.[12]
En fechas más recientes, el entonces candidato, hoy presidente de la República, Otto Pérez Molina ha expresado su rechazo a cualquier tipo der apoyo al tema LGBT al ser cuestionado en una entrevista con Estuardo Zapeta[13].
En ese entorno, cabe resaltar de forma positiva el diálogo radial sostenido el 14 de marzo de 2012, promovido por Radio Nacional TGW entre Pio González, sacerdote católico y Jorge López Sologaistoa de OASIS. Las posturas, aunque opuestas están claramente señaladas, la iglesia por un lado, fiel a su rechazo al matrimonio igualitario y López esgrimiendo el tema desde una perspectiva laica que afecta al estado antes bien que a la iglesia[14].
Desde El Azul en el Arcoíris se espera que el tema empiece a ser tratado seriamente y a profundidad entre la sociedad guatemalteca y reafirma, haciendo suyo el pensamiento de Escobar Sarti, que “el matrimonio gay es un acto de justicia que reconoce el carácter contractual y privado del matrimonio; y que reconoce, sobre todo, el derecho de todas las personas a unir sus vidas y a buscar el apoyo de sus prójimos, sin discriminación, ni privilegios[15]”.
Azul en el Arcoiris
Editorial de marzo de 2012.
Editorial de marzo de 2012.
Personalmente tengo una apreciación un tanto distinta del asunto, por ser mucho más integral: Sucede que TOD@S l@s ciudadan@s poseemos los mismos derechos y obligaciones ante la ley y, como ya ha sido dicho hasta la saciedad y la práctica lo ha demostrado, el matrimonio como institución está completamente anquilosada y tiende a desaparecer, precisamente por NO RESPONDER a las expectativas que de tal acto se derivan.
ResponderEliminarLa consecuencia lógica es que la INCONSTITUCIONALIDAD de tal legislación se ha dado en la práctica (precisamente por no practicarlo tod@s), aunque tal situación no haya sido resuelta legalmente por la Corte de Constituconalidad.
Pero el meollo del problema no lo constituye la institución en sí ni las regulaciones propias que posea (verbigracia que sea discriminatoriamente valedero solo para la unión entre hombre y mujer), sino las consecuencias que de ella derivan como: la adopción, el derecho a la seguridad social y todas las prestaciones que otorga al consorte del afiliad@ nuestro pobre sistema de Seguridad Social y toda la protección que otorga a la unión de dos personas el Código Civil y, en caso de separación (divorcio), el trato igualitario y justo para las partes involucradas, para que reinicien su vida como personas solteras.
Buenas Tardes, es un gusto para mi dirigirme a ustedes. Soy de Guatemala y actualmente me encuentro realizando una tesis de maestría sobre la posible legalización del matrimonio igualitario en Guatemala; es por ello que me avoco a ustedes para solicitarles la colaboración que me puedan prestar.
ResponderEliminarActualmente estoy necesitando bibliografía sobre el tema si tuvieran alguna que me pudieran enviar, documentos, libros, artículos, páginas de internet y contacto con alguna otra organización con fines similares.
Cualquier ayuda se las agradeceré al correo electrónico perezleal.astrid@gmail.com
Sin otro particular.
Atentamente.