Ciudad de Guatemala, 25 de febrero de 2012. Durante el mes de enero, en columnas de opinión de Siglo XXI, los periodistas guatemaltecos J. Camacho y E. Zapeta debatieron sobre la homosexualidad y la percepción que cada uno de ellos tiene.
Camacho hilvana su discurso, partiendo del mito del “poderoso lobby gay”, llamando innecesarias las campañas en pro de los derechos LGBT, recalcando la privacidad de la vida homosexual, sin que para ello haya que generar leyes favorables a la homosexualidad, enfocado principalmente sobre el debate del llamado “matrimonio homosexual”. Concluye su artículo, señalando la posibilidad “científica” de cambiar la orientación sexual, presentándola sutilmente como una “condición tratable y curable” si los “que la padecen” aceptan humildemente ser curados.
Por su parte Zapeta hace alusión a como la intolerancia en la Europa del siglo XX condujo al exterminio de las personas debido a su origen, creencias y orientación sexual. Resalta que el artículo promovido por Camacho genera odio hacia las personas LGBT que podrían conducir a programas de rehabilitación contra los homosexuales. Cierra su discurso sobre el debate de los valores judeocristianos y como estos no aceptan la diversidad y el respeto a la diferencia.
Es innegable que los dos periodistas han generado opinión a través de sus respectivos artículos, que permiten iniciar la discusión de un tema importante en la vida de muchos guatemaltecos que viven (reconociéndolo o no) con una orientación sexual y/o identidad de género distinta a la heterosexual.
Indudablemente, los discursos planteados tanto por Camacho como Zapeta hacen gala del contexto global, al traer a colación aspectos históricos e investigaciones de Europa y Norteamérica. Ninguno de los dos periodistas se detuvo a analizar el contexto nacional, que confronta la negación de Camacho en cuanto a la persecución contra gays, lesbianas y trans y que se ve reflejada con crímenes de odio que afectan de forma recurrente, así como la negación de los derechos elementales: vida, seguridad, trabajo, educación.
El discurso sobre “el matrimonio gay” dista en estos momentos de ser relevante para la sociedad guatemalteca, incluida la comunidad LGBT. Hoy en día las personas no heterosexuales de este país sobrevivimos, para mantenernos con vida, evitar en cuanto sea posible el descredito que nos arrojan las iglesias, los partidos políticos y ahora, los generadores de opinión, que como Camacho, pueden juzgar la vida de las otras personas, sin comprender que sus opiniones pueden, y de hecho promueven, más discriminación, odio y por consiguiente, violencia social contra los LGBT.
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