Primero reunió a sus hermanos en casa, después a sus hijas, más tarde fue con los compañeros de trabajo y por último con los vecinos. “Buenas tardes, solo venía a informarle que he decidido cambiarme de género y que a partir de mañana usted me verá vestida de mujer”. El que recibía la noticia no sabía muy bien qué hacer, que el vecino, el padre de familia que había conocido por tantos años como un hombre, de repente le dijera que mañana llevaría falda no era algo muy simple de asimilar. La gente le daba las gracias por la información, y solo uno, en el trabajo, se atrevió a felicitarlo, pero ella no estaba buscando apoyo, la decisión ya estaba tomada.
Su cabello encrespado enmarca un rostro moreno, bajo las cejas, finamente depiladas, resaltan unos ojos oscuros, tras la vitrina de unas gafas doradas. Su nariz fina y las líneas de sus mejillas son perfectamente femeninas. También los labios delgados y rojos. Quizá solo una breve sombra bajo su boca pueda dar un atisbo de que Jolié fue, por 57 años, un hombre. Casi medio siglo lo pasó actuando, “como un actor que se aprende su papel”, forzándose a dar un apretón fuerte de manos cuando saludaba y no un beso en la mejilla, obligándose a no pestañear más de la cuenta, a no ser lo que, ella dice, siempre fue: una mujer.
Se dio cuenta a los 8 años. Una tarde se coló en el clóset de su mamá y le robó una faja. La usó tanto que quedó sucia y desgastada. Llevarla puesta le hacía feliz. Pero su madre lo descubrió y se sintió profundamente ofendida, “un niño no usa ropa de mujer”, le gritó y, paliza de por medio, le prohibió volver a tocar una prenda femenina. Y Eloy lo hizo, se reprimió las ganas de usar una falda por 49 años. “Ese día yo me prometí a mí misma que cuando pudiera hacerlo lo iba a hacer”, cuenta. El momento le llegó cuando murió su madre, “ya no le debía obediencia a nadie”, recalca.
Hoy en día a Jolié le emociona que el ayudante del chofer le tome del brazo cuando baja de la camioneta. Le encanta que los hombres en la calle le lancen algún piropo, o que el dependiente de la panadería le diga “buenas tardes, señora”. Estas cosas tan simples, que las mujeres suelen pasar por alto a diario, a Jolié la hacen feliz.
El cambio no ha sido sencillo, porque ha tenido que enfrentarse a criticas, a su propia familia, se ha quedado sin trabajo y ha sufrido discriminación, pero todo ha valido la pena.
Jolié en la iglesia
A una de las personas a las que Jolié advertió de su transformación fue al párroco de la familia. Contrario a lo que se podría imaginar, el sacerdote escuchó con paciencia y comprensión. Jolié salió de la iglesia con la bendición del cura. “Le expliqué todo con bases teológicas”, cuenta, porque Jolié es además teóloga. Sus amplios estudios de la Biblia la han llevado a descubrir los inicios de la persecución contra los homosexuales: “Cuando los judíos retornaron a la tierra prometida descubrieron que estaba ocupada por los babilonios. Los babilonios adoraban a varios dioses, en ese entonces los judíos eran los únicos que creían en un solo Dios”, explica. “El templo del dios Baal se sostenía en base a los prostitutos sagrados del templo. Cuando los judíos llegaron y se encontraron con esto, se inició la persecución contra los homosexuales, porque per se ser homosexual significaba ser servidor de otro dios. No era por su sexualidad sino por razones netamente religiosas que empezó la fobia, porque ser homosexual significaba que servías a otro dios, incluso con tu propio cuerpo”, agrega.
La Iglesia católica todavía no acepta la homosexualidad, pero muchos homosexuales sí aceptan a la iglesia católica. Un estudio de la organización Reinas de la Noche da cuenta de que el 56 por ciento de las trans guatemaltecas son católicas.
“La homosexualidad siempre ha existido; en la civilización griega y romana la homosexualidad era algo muy normal. El rey David tuvo una relación homosexual y esto está documentado en la Biblia. El punto es que la homosexualidad es una condición innata al género humano”, explica Jolié. “Si todos somos creación de Dios y aceptamos que Dios es perfecto, decir que los homosexuales somos una aberración es igual a decir que Dios no es perfecto”, sentencia.
Jolié y el trabajo
Jolié es administradora de empresas, sexóloga, teóloga, técnica en reparación de computadoras, técnica en redes PoP, técnica en conectividad a Internet, gestora cultural, correctora, editora de textos, escritora y estilista. Pero no tiene trabajo. Un montón de títulos no le sirven de mucho cuando en su currículo también dice que es transgénero. “Ni siquiera me llaman a las entrevistas y cuando me llaman es para cumplir un requisito nada más”.
Por esto vive de lavar ropa ajena, de vender productos por catálogo y de lo que le da un pequeño salón de belleza al que solo llegan cuatro clientas. Además, de vez en cuando, le envían textos para corregir. Nada más. Desde que salió del clóset no ha conseguido un trabajo estable. Durante cinco años laboró en un periódico como correctora, pero tras cambiarse de sexo sufrió el acoso de un compañero que llegó incluso a llamarle “hueco”, por eso se marchó. Vive en la casa que le heredó su madre a ella y a cuatro hermanos más, y tuvo que vender su carro para inaugurar el salón de belleza. “A veces como, a veces no”, cuenta.
Jolié y la familia
Una de sus hermanas le pidió que se quitara el apellido de la familia, porque le avergonzaba. Entonces Eloy se convirtió en Jolié Totò Ryzank Voldan, su nombre de mujer.
Jolié y los transgéneros en Guatemala
En Guatemala no existe una ley que determine qué hacer en estos casos. El registro civil tampoco puede cambiar el sexo a un transgénero en sus documentos. Son mujeres –porque se sienten mujeres y llevan una vida adaptada al género femenino– que ante la ley son tratadas como hombres.
Otros países como España, Alemania y Suecia han solucionado este problema con legislaciones que les permiten ser tratadas como mujeres en todos los aspectos. Cuando el transgénero demuestra que ha llevado una vida de mujer y que es considerada por otros como una mujer, tiene derecho a que en sus documentos se cambie de sexo. Así, aunque tenga pene, puede ingresar en una cárcel de mujeres o acogerse a las leyes específicas para las mujeres.
Jolié está segura de que con el tiempo la vida será más sencilla para los transgénero. “Lo que es real es que la evolución sigue y el género humano no es la excepción”, dice. “Hay especies de peces que adoptan el papel de hembra o macho, según sea su conveniencia. Umberto Veronesí, candidato al Nobel de Medicina en 2008, afirmó que en tres generaciones predominará el bisexualismo en el género humano. Ya hay personas que están naciendo con los dos sexos, el hecho de pensar que el humano está exento de la evolución es un completo error”.
Fuentes:
El artículo pertenece a Elperiódico
Fotos del perfil de Jolie en Facebook
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